Procrastinar: peligros y consecuencias

Nov 8, 2024 | Educación, Planificación

Procrastinación en Inversiones: Mejor disfrutar hoy y preocuparse después

El futuro financiero es uno de esos temas que muchas personas prefieren posponer. Las inversiones, los ahorros y la planificación a largo plazo se consideran necesarios, pero suelen ser relegados en la lista de prioridades. Hay quienes prefieren disfrutar el presente, convencidos de que el mañana se resolverá solo. Y, ¿quién puede culparlos? Vivimos en un mundo en el que el “aquí y ahora” es lo que realmente cuenta. Entonces, ¿por qué preocuparse tanto por el futuro?

La tentación de postergar

La procrastinación en inversiones tiene muchas caras: desde aplazar la apertura de una cuenta de ahorro hasta evitar tomar decisiones sobre los fondos de pensiones. Se pospone la idea de invertir en propiedades, acciones o cualquier vehículo financiero porque siempre parece haber algo más importante o gratificante que hacer en el presente. Esta actitud está ligada al concepto de vivir el momento y disfrutar la vida sin preocuparse demasiado por lo que vendrá después. ¿Por qué enfocarse en un plan financiero cuando ese dinero puede usarse ahora para experiencias y placeres inmediatos?

Vivir en el presente: el lado positivo

La idea de vivir en el presente no es necesariamente mala; de hecho, tiene aspectos positivos. Estudios de psicología muestran que muchas personas experimentan mayor satisfacción al invertir su tiempo y dinero en experiencias de vida, como viajes, cenas, eventos o hobbies. Estos momentos proporcionan un bienestar instantáneo y dejan recuerdos valiosos, mucho más tangibles que un número en una cuenta de ahorros. La procrastinación, en este sentido, permite disfrutar de la libertad financiera actual sin preocuparse por las complicaciones que pueden surgir en el futuro.

“Ya invertiré cuando esté listo”

Para muchas personas, hay un miedo subyacente a las inversiones, especialmente si nunca han invertido antes. El desconocimiento sobre los mercados financieros, el temor a perder dinero o simplemente la falta de interés hace que la inversión se posponga constantemente. Es fácil decirse a uno mismo: “Invertiré cuando tenga más dinero”, “cuando tenga más tiempo para aprender” o “cuando sea más joven”. Sin embargo, esta mentalidad de aplazamiento puede convertirse en un ciclo interminable de excusas, evitando que se dé el primer paso hacia un plan financiero a largo plazo.

El placer de gastar hoy

Es tentador ver el dinero como una herramienta de disfrute y bienestar inmediato, en lugar de un medio para construir seguridad futura. En un mundo lleno de experiencias únicas y entretenimiento sin fin, es comprensible preferir gastar en algo que ofrezca satisfacción inmediata. Viajar, probar un nuevo restaurante, comprar un gadget deseado… todos estos placeres nos recuerdan que la vida es corta y debe aprovecharse al máximo. Entonces, ¿por qué bloquear ese dinero en una cuenta de inversión, cuando podría servir para disfrutar del presente?

¿Es tan importante pensar en el futuro?

La incertidumbre de la vida es una gran razón por la que muchas personas procrastinan en temas financieros. Nadie sabe qué ocurrirá mañana: podrían cambiar nuestras prioridades, podrían surgir oportunidades o, incluso, podríamos no llegar a disfrutar ese dinero ahorrado. Para aquellos que adoptan un enfoque más espontáneo, la idea de preocuparse demasiado por un futuro incierto parece innecesaria. El pensamiento es simple: si mañana no está garantizado, entonces el dinero debe utilizarse para enriquecer nuestra vida hoy, y no para un “quizás” en el futuro.

La procrastinación como elección de vida

La procrastinación no siempre es sinónimo de irresponsabilidad. Para algunos, es una elección consciente que refleja sus valores y creencias sobre la vida. Hay quienes consideran que el dinero es una herramienta para enriquecer el presente y que el bienestar personal está en aprovechar cada oportunidad de disfrute. Estas personas pueden elegir de manera deliberada postergar las inversiones porque, en el fondo, valoran más la experiencia de vida actual que los beneficios hipotéticos de un futuro incierto.

¿Y si al final del camino no era tan grave?

Existe una teoría interesante sobre las decisiones financieras, conocida como “el dilema de los arrepentidos”. En ella, se plantea la posibilidad de que, al final de la vida, muchas personas se arrepienten más de las cosas que no hicieron que de las que hicieron. La idea es que los momentos disfrutados, los viajes y las experiencias no tienen reemplazo, mientras que el dinero sí lo tiene. Posponer las inversiones puede considerarse, bajo esta perspectiva, una forma de asegurarse de no lamentar al final los “días perdidos”.

El mito de que “nunca es demasiado tarde”

Un argumento que refuerza la procrastinación en inversiones es la idea de que “nunca es demasiado tarde para empezar”. Muchos piensan que siempre habrá tiempo para invertir y planificar, que las oportunidades seguirán estando ahí. Y, aunque en ciertos casos esto es verdad, la realidad es que el tiempo es un recurso finito. No obstante, para quienes viven el presente y priorizan la satisfacción actual, este argumento es una forma de equilibrar la conciencia tranquila con el deseo de vivir sin ataduras.

Encontrar un equilibrio

Aun así, vivir en el presente y postergar las inversiones no tiene por qué excluir la posibilidad de planificar. Hay quienes encuentran un equilibrio que les permite disfrutar del ahora mientras ahorran de una manera no invasiva para el futuro. Por ejemplo, establecer un fondo de emergencia mínimo o invertir una pequeña cantidad periódica en fondos de bajo riesgo. Este enfoque les permite disfrutar sin ignorar por completo el mañana. Así, se aseguran de tener un respaldo sin renunciar a la libertad financiera del presente.

Reflexión final: ¿Qué es lo que realmente valoramos?

Al final del día, cada persona decide cómo quiere vivir su vida y qué importancia le da al futuro frente al presente. Para algunos, las inversiones y el ahorro son una manera de construir seguridad y tranquilidad. Para otros, son un freno que les impide vivir de acuerdo con sus deseos inmediatos. No hay una respuesta correcta ni única. La procrastinación en inversiones puede ser una decisión que refleje nuestra personalidad, nuestras prioridades y nuestra forma de ver la vida.

No se trata de juzgar si está bien o mal, sino de reconocer que todos enfrentamos decisiones complejas en la vida. Quizás, vivir el presente y posponer las preocupaciones sea una opción válida y comprensible en un mundo lleno de incertidumbre. Para algunos, la verdadera riqueza está en vivir cada día sin ataduras ni preocupaciones, disfrutando de lo que se tiene sin preocuparse por lo que pueda faltar mañana.